Asistimos en la actualidad a una creciente escalada de violencia por parte de una generación de jóvenes, cuya única forma de expresión consiste en destrozar todo lo que se ponga por delante. No hay más que ver cómo quedan los barrios por donde pasan estas manadas de animales para darse cuenta de que, o esto se corta, o los cascos antiguos de las grandes ciudades se parecerán cada vez más al Kosovo de la guerra.
Ayer, el Sr. Zaplana comentó que el Partido Popular va a presentar una proposición no de Ley por la cual ‘se ilegalicen todos estos grupos fascistas sean del signo que sean’. Es cierto, da igual que los animales que se estén destrozando entre sí (y a todo lo que se ponga de por medio) sean unos de extrema izquierda y otros de extrema derecha. La violencia no debe catalogarse más que por violencia y ser condenada como tal. Ni hay «violencia buena» ni «violencia mala».
Me parece, por tanto, una buena medida que espero que salga adelante, aunque no deberíamos sorprendernos si no llega a buen puerto. ¿Por qué? Porque los que queman contenedores y tiran vallas a la policía son de la misma calaña que las propias juventudes de ERC, socio y mantenedor del Gobierno actual. No hace falta que mencione las similitudes, ¿no?. El Partido Socialista deberá apoyar la propuesta del Partido Popular aunque ello perjudique a las juventudes de ERC. ¿Capeará la cordura o los intereses políticos?
Blog de Nuevas 
Será terriblemente difícil que se apruebe una medida que afectará a ERC, PNV, Izquierda Castellana, Coordinadora Antifascista…
Lo que más gracia me hace son las manifestaciones un jueves a las 12:00 de la mañana, vamos, que el Sindicato de Estudiantes sabe que si convoca una concentración un sábado o un día más tarde de las 19:00 no va nadie. Se aprovechan de que los estudiantes quieren buscar excusas para no ir a clase y sentirse justificados.
Por cierto, que criticar la violencia con más violencia me parece de necios. Herir a ladrillazos a dos policías no sé en qué se basa, menos cuando se supone que en ese momento se rememoraba al chico de 16 años que murió en Legazpi la semana pasada.
En fin, tomarse la justicia por la propia mano es atroz, pero cuando en ello se juntan las bandas juveniles de chicos que buscan su propia identidad y fortaleza personal a base de unirse en pandilla violenta, es demoledor. Me recuerda a los batasunos, los desnortados neonazis o los Latin King. Gente que se siente excluida o no encuentra valores normales en su vida cotidiana y rompen con sus frustraciones a base de herir a otros, romper cosas y destrozar todo lo que sea orden y les asuste.
Tanto de un bando como de otro, me parece que dan pena y algún día verán el tiempo tan hermoso que perdieron unificando sus energías en castigar al prójimo.
Ayer mismo hubo una concentración de grupos de jóvenes radicales de izquierda. ¿Que qué pasó? Pues que como no había «bando contrario» con el que pelearse pues se destrozaron entre ellos. Aquí el tema consiste en buscarse una excusa, además de para no ir a clase (como puntualiza mi compañera Isabel Ayuso), para zurrar(se) de lo lindo y destrozar cosas. Que triste, ¿verdad?